Virus aterradores

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Me dan miedo los virus, lo reconozco, estoy acojonado. Cuanto más leo sobre ellos, más miedo me dan. En realidad se las arreglan mucho mejor que nosotros, y eso pese a que aun está abierto el debate sobre si son vida o no.
Tendemos a dotar a los virus de una personalidad propia. Los entendemos como unos seres minúsculos y malignos que están sobre la faz de la tierra para hacernos la vida más difícil. Creemos que nos causan enfermedades a propósito con algún fin que desconocemos. Esto no es así. Si lo pensamos bien, para los virus no es deseable que enfermemos. Para ellos, es mucho mejor que ni siquiera nos percatemos de su presencia. Entrar, multiplicarse y salir para infectar a otra persona. Y sin haberme dado cuenta, los he vuelto a dotar de personalidad. Ellos no desean nada. Sus estrategias son las que han sido más favorables evolutivamente. Pero llegan a tener unas técnicas tan refinadas para sobrevivir que parece mentira que no hayan sido diseñados por una criatura inteligente.
Hay virus, que no producen enfermedades por si mismos. Ellos lo único que quieren es reproducirse e infectar a otra persona sin causar daño a los anfitriones, pero nuestro sistema inmunológico los detecta como una amenaza y desata una guerra total contra ellos que resulta muy perjudicial para nuestro organismo. Como si se tratara de una alergia.
En muchos otros casos, los virus si nos producen trastornos, pero no por inquina maléfica, si no porque es beneficioso para su propia difusión. Sin ir más lejos, algunos rinovirus como el del catarro nos provocan estornudos para contaminar con un aerosol cargado de virus el aire que hay a nuestro alrededor. De esta forma, la tasa de contagios se multiplica. Otro ejemplo macabro de su éxito evolutivo es el virus de la rabia, que se aloja en la parte del cerebro que te dice “muerde” y tú muerdes, claro. De esta manera el virus se transmite de mordisco en mordisco perpetuándose.
En otros casos, como en el ébola el virus se contagia a través de la sangre, es su vector, es decir, el medio a través del cual se transmite de huésped en huésped. Al ser la sangre su vector, al virus le interesa que sangres, y sangras. De esta manera es más fácil que contagies a otras personas. En otros casos, los virus usan a otros animales como vector. Los arbovirus. Se desarrollan en un mamífero, por ejemplo, y cuando un insecto le pica, se traslada a sus intestinos, donde se reproduce y se traslada de nuevo a la saliva para que en la siguiente picadura infecte a otro mamífero. De esta forma, el ciclo continua por siempre.
Otra característica aterradora de los virus, es la velocidad a la que evolucionan. No son como nosotros que tardamos centenares de miles de años en evolucionan, en su caso es cuestión de muy poco tiempo. El virus que causa la sífilis, cuando apareció allá por el mil quinientos, cubría a la víctima de pústulas de pies a cabeza y el paciente moría en poco tiempo. Hoy en día, el paciente tarda mucho tiempo en morir y solo tiene pústulas en la zona púbica. De esta manera, el virus conseguía más éxito evolutivo, así que fue esta la cepa que sobrevivió. Otro ejemplo es el de la disentería, que provocaba unas atroces diarreas que deshidrataban a quien estuviera infectado matándolo en poco tiempo. Puesto que antes no había alcantarillas ni depuradoras, otra gente bebía esa misma agua infectándose a su vez. Con la llegada de la depuración de aguas, el virus practicamente desapareció, evolucionando hacia una enfermedad menos agresiva en la que cada enfermo duraba más para compensar el hecho de que era menos probable que alguien bebiera agua infectada por el virus.
Pero hasta cierto punto, esto no es tan aterrador, es simplemente su forma de buscarse la vida. Lo más terrorífico, es que todos nosotros llevamos virus ahora mismo, insertados en nuestro genoma. Están allí, como parte de nuestro material genético, en período de latencia. Esto ocurre con la varicela de la que todos nos contagiamos de pequeños. Es el herpes zoster. Después de contagiar a medio vecindario nos curamos, pero el virus queda alojado en algunas de nuestras neuronas. De mayores, en algún período de estrés o debilidad, este virus se reactivará causándonos sarpullidos en la zona irrigada por las neuronas en las que esté alojado. Pero aún hay algo más aterrador. Hay virus, que pueden explicar trastornos de nuestra personalidad.
El virus de borna, fue detectado porque alteraba la conducta de determinados animales de granja como ovejas o vacas. También está presente en humanos y se han encontrado correlaciones entre enfermedades mentales como la esquizofrenia y la presencia de anticuerpos de este virus, que es una señal de que has sido infectado por ese virus en algún momento de tu vida.
Es aterrador pensar en los virus, pero si la ciencia avanza un poco más es impresionante el abanico de posiblidades que nos aporta. Podríamos coger un virus que infecte al hígado, eliminar la secuencia que causa su enfermedad y poner en su lugar una secuencia que produzca insulina. Podrías curar a un enfermo de diabetes de por vida.
También está la otra cara de la moneda, en la que los virus pueden ser usados como arma biológica, pero no me atrevo siquiera a pensar en ello.
Y nada más. Ahora a pensar aterrados en todos los virus que corretean por vuestro cuerpo.
Orson López

28 respuestas a “Virus aterradores

  1. No es extraño que dotemos a los virus de personalidad, lo hacemos con nuestro ordenador cuando no hace lo que queremos, como si se revelara a propósito. Incluso decimos que está pensando, cuando tarda demasiado en dar la respuesta.
    Lo que me parece más aterrador es que el hombre cree virus artificiales, imitando comportamientos de los virus naturales. Espero que para cada virus haya siempre alguien que encuentre la vacuna.
    Un salud.

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