La primavera (no) mola

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No siempre es fácil entrar en la primavera. De pronto te encuentras con un tiempo contradictorio, que te confunde y te frusta. Es un tiempo con cierto toque de humor negro. Nunca entendí a la gente que dice que la primavera es alegre. Yo siempre estoy de mala leche, porque en esta época del año, hay dos tipos de días.
Están los días en los que te despiertas y ves por la ventana un cielo azul, con el sol brillando en lo alto. Le preguntas al día: «¿Llevo el paraguas?» y te dice que no, pero a medida que avanzan las horas ves como el cielo se va poniendo cada vez más oscuro hasta que te acabas empapando. Conclusión, un mal día.
El otro tipo de días es peor. Te levantas y ves por la ventana las nubes negras acechando. Eso de por si, no es muy alentador, pero te aseguras y cojes tu mejor paraguas y tu abrigo más impermeable. Lo malo, es que según van pasando las horas el cielo se va despejando. Te dices a ti mismo: «No te fíes, no te quites el abrigo que de un momento a otro…» Total, que te empapas, pero esta vez de sudor. Y eso, si tienes suerte de no resfriarte al quitarte el abrigo de golpe con la camiseta empapada. En conclusión, otro día de mierda.
A esto, hay que sumarle que la primavera, la sangre altera. Todo el mundo se enamora, todos menos tú, claro. Y ¿Qué hacen todas estas parejitas? Pues salir a tomar el sol. De la noche a la mañana ves todos los parques de la ciudad invadidos por chicos y chicas efervescentes de hormonas. Surgen, en los mismos lugares y al mismo ritmo que las margaritas primaverales, solo que hacen más ruido.
Después está el: «¿Hace día de playa?» Porque tu calendario biológico te dice que no, que ni de coña, pero tu termómetro interno te dice que sí mientras da saltitos de alegría. Si no vas, te pasas todo el día sudando en casa martirizándote por no haber ido. Si vas, hay dos posibilidades: O bien la primavera con su divertidísimo humor negro te hace huir de la playa en medio de un chubasco infernal, o bien acabas con el color de las langostas. Un invierno de cuellos vueltos pasa factura a nuestra melanina y el sol primaveral se toma su justa venganza.
Porque ese es otro problema: ¿Qué te pones? Cada día es una aventura estilística, te ves mezclando botas con pantalones cortos, impermeables con sandalias y bufandas con gafas de sol.
Por no hablar de las noches. La manta abriga mucho, la sábana muy poco y tú te ves resolviendo ecuaciones diferenciales para calcular la cantidad de piel expuesta necesaria para encontrar la homeostasis.
No me gusta la lluvia, ni las navidades, pero sin duda, la primavera no mola.
Orson López

18 respuestas a “La primavera (no) mola

  1. la primavera confunde, me recordo tu entrada al libro de mario benedetti la primavera con una esquina rota… a mi me enferma tanto polen en el aire, es ambivalente me gusta pero me desagrada, entiendo

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  2. Es cierto que pasan todas esas cosas, pero te hace estar más despierto, más atento, más interactivo. Cada día tienes que mirar al cielo, sopesar, y como dices, hacer una ecuación diferencial de varias variables y llegar a un resultado medianamente satisfactorio. Eso pone tu cerebro a funcionar. Para mi que esto es un punto positivo para la primavera.
    Justo por todo lo que has expuesto, me gusta la primavera. Da vidilla.

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  3. ¡Querido Orson! Creo que tienes un problema de percepción, o mejor, de atención. Es un problema serio, porque es un hábito mental que lleva arraigado en ti muchos, muchos años. Incluso puede que lo hayas heredado de tus ancestros o quizás está en las mismas raíces de nuestra cultura.
    El problema, es que tu solo te amargas la vida, porque siempre pones la atención en los aspectos negativos de la misma. Es una tendencia muy generalizada entre nosotros. No tenemos más que ver los telediarios o los periódicos que se suponen deberían darnos un resumen de las noticias ocurridas en el día ¡Pero no solo de las terribles catástrofes! Es que no ha sucedido nada importante que reseñar, que nos haga sentir orgullosos de pertenecer a la especie del «homo sapiens».
    Hay un cuento de esos de maestros que me digo con frecuencia, cuando empiezo a notar que en mi atmósfera mental empieza a aproximarse algún chubasco o tormenta.
    «El discípulo le pregunta al maestro _ Maestro ¿porque no soy feliz? _ El maestro le muestra un gran lienzo blanco con un pequeño punto negro y le dice _ ¿Qué ves aquí? _ El discípulo, sin pensarlo mucho, le responde _ Un punto negro _ El maestro entonces le dice _ Ese es tu problema. Te fijas en un punto negro e ignoras el gran espacio blanco que lo contiene.»
    La buena noticia es que esta enfermedad mental tan generalizada, tiene una buena cura y es adiestrar la mente para que funcione más a nuestro favor, para que esté más del lado de la felicidad, que del lado del juicio y la queja. Lo importante en la vida, no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con eso que nos sucede. Puedes quejarte, o puedes disfrutar del milagro de la primavera. El canto de los pájaros, que parece no se cansan nunca de celebrar la vida, el nacimiento de las hojas en los árboles, de multitud de flores, sus colores, su fragancia. Celebrar la bendición de la lluvia que hará que todo sea más fértil y haya mejores cosechas, con el beneficio que eso supone para todos.
    Y ya, si te atreves a tirar la casa por la ventana y hacerte un poco niño, puedes buscarte un buen calzado e irte a pisar algunos charcos o como dice la canción a ¡cantar bajo la lluvia! La música que producen las gotas al chocar en diferentes materiales es toda una orquesta acuática.
    ¡De corazón, te deseo una buena primavera! ¡celebra la vida! al menos, ¡AÚN NO ESTÁS MUERTO!

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    1. Aceptare tu consejo anaruse, si que soy un poco pesimista, me he dado cuenta de que tu comentario es mejor que mi entrada, aunque eso me alegra. Solo con decirte que en el «Aun no estás muerto» me he fijado en el aun…
      Muchas gracias por comentar!

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  4. !Has hecho trampa! Has puesto un paréntesis, luego ¿mola o no mola? ¿o sólo mola a ratos? Aquí tenemos muy poco entretiempo (primavera y otoño) así que con ponerles mala cara no ganamos nada.
    Anímate un poco hombre que estas un poco cenizo, jejeje
    😀

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  5. Pues a mí que los de más arriba me llamen pesimista, oiga, pero a mí me deja agotada esta temporada.
    Un buen día apareció la alergia y con ello los dolores de cabeza, el moquillo ese líquido que cuando te suenas no sale nada pero si lo dejas no para de dar por saco. Sin olvidar (a mí misma, claro, porque la gente qué sabrá de mi mecanismo interno) que me siento más débil y con más sueño (ir así a las prácticas de coche mola que te cag… piiiiiiiiii).
    Llevo todo el día la bufanda esa de entretiempo enrollada en el bolso que parece que vaya del plan «moderna» por eso de cuanto más color mejor… Y sin contar esas mañanas tempraneras que, o pasas rasca de mañana o te asas de calor al mediodía al salir de trabajar (en totalidad o la parte del brazo en la que sostienes la rebecachaquetaloquesea).
    De verdad, debo ser una amargada sin remedio, porque se acerca el verano y a mí sudar no verano… Sólo me queda esperar con ansia viva el otoño, snif, snif (mezcla de moco primaveral y pena).
    Por lo demás… Pues mira, alguna cosa buena tendrá… Flores, polen, avispas a tutiplen, picadas de mosquito, ventanas abiertas y muebles llenándose de polvo más rápido aún si cabe… Uhmmmm… Bonita la primavera, sí.

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